Pasaremos un día agradable y profundo, estrenando este espacio de sanación:
ABRIENDO CAMINO
Finca La Furriola. Dílar
Hay que traer esterilla, libreta y comida.
La finca cuenta con dos manantiales de agua, acceso al río Dílar y una hectárea de terreno en medio del bosque. Pura naturaleza para abrir los sentidos! Se puede acceder en coche, en bicicleta y en autobús desde Granada.
Desde
la inspiración flamenca, haremos un recorrido por nuestro
cuerpo que nos hará crecer más allá de él...
…a
través de nuestros sentidos.
INTRODUCCIÓN
A
partir de un calentamiento de las articulaciones y de estiramientos
derivados del YOGA entraremos en un estado meditativo que nos ayuda a
reconocer el movimiento espontáneo de nuestro cuerpo. Dejaremos que
fluya y nos inunde de sensaciones nuevas y empoderadoras.
La
mente se manifiesta a través de la conciencia de los sentidos; es a
través de las conciencias sensoriales que podemos descubrir la
presencia en nuestra práctica. De hecho, es más fácil descubrir y
darnos cuenta de la presencia que surge por sí sola a través de la
percepción fresca e inmediata de los sentidos que a través del
pensamiento, el cual elabora la percepción mediante la
conceptualización. Cuando hay mayor presencia con mayores
sensaciones, existe más el sentimiento de integración. Y es a
través de la integración que surgen los procesos espontáneos que
ayudan a nuestro cuerpo a re-equilibrarse. A través de la percepción
de los movimientos de energía surge la presencia. Cuando
permanecemos en la presencia las cosas se re-ordenan por si mismas. A
través del movimiento el organismo y la mente se liberan de toxinas
y ésto nos da una mayor claridad en nuestros actos.
En
la formación se darán pequeños conceptos teóricos que ayudan a
profundizar más en la práctica. Nos centraremos en ella.
Antes
de la práctica del movimiento espontáneo en si misma, haremos un
calentamiento de las articulaciones y algunos ejercicios para
trabajar con la totalidad del cuerpo. Con dejes flamencos, ritmo y
compás.
MOVIMIENTO
ESPONTÁNEO
Partimos
de un estado meditativo. Un tiempo para sentarnos y reposar: reposar
la mente y permitir que nuestra atención descanse sobre el cuerpo,
que se asiente en nuestros sentidos y que se expanda también más
allá de la piel si es eso lo que necesita, percibiendo lo que hay
alrededor. La base de la meditación es el Zazen, una práctica que
desarrolla la atención plena en la realidad. No es una
visualización, pues no queremos fantasear: queremos sentir la
realidad. Sencillo, simple. Simplemente es sentarse a respirar.
De
ahí daremos lugar a pequeños movimientos. Escuchamos nuestro cuerpo
para ver qué quiere hacer, cómo queremos movernos... damos pie a la
danza desde el interior. Cuando percibimos por primera vez un
movimiento espontáneo, simplemente lo observamos tal y como es, sin
involucrarnos cada vez más. Le hacemos caso, le seguimos con el
cuerpo sin darle demasiada importancia, disfrutándolo, sin
juzgarnos. Si nos perdemos o surge un problema en la práctica, se
aconseja regresar nuevamente al punto de partida, a un estado de
observación. Es mejor no sentir nada y permanecer en estado de
presencia que darle mucho movimiento al cuerpo estando perdida.
Estaremos
un ratito en silencio y luego acompañaremos la práctica con música:
flamenco instrumental.
Dejarnos
volar mientras crecen nuestras raíces.
El día está estructurado en cuatro partes. Una centrada en la columna, otra en los órganos
internos, otra en las extremidades y la última centrada en la
respiración. Un intensivo que pretende conectar más nuestra mente y
nuestro cuerpo, para darnos cuenta de que son uno sólo.
SOMOS
UN@